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El dolor lumbar y la ciática constituyen entidades muy frecuentes en nuestra práctica clínica diaria, ya que afectan a gran parte de la población general, en un momento u otro a lo largo de sus vidas. El dolor lumbar y ciático causan una serie de problemas que van desde el sufrimiento personal del individuo enfermo, a la incapacidad que producen, así como a las importantes repercusiones que originan en el ámbito socio-laboral. Los problemas derivados del padecimiento de una hernia discal lumbar tienen, pues, importantes repercusiones clínicas, sociales y económicas tanto para las personas afectas como para la economía y sanidad. En la patología discal lumbar debemos considerar estos dos aspectos fundamentales, el aspecto clínico (el dolor que incapacita al paciente) y los aspectos socioeconómicos y laborales ya que van a tener una gran influencia en los resultados de la cirugía.
Existen una gran variedad de causas de lumbalgia y de lumbociática, unas leves y otras de carácter más grave. Las patologías que pueden ocasionar estos cuadros de dolores en la columna vertebral son muy variadas y cada edad de la vida, desde la infancia, pasando a la edad adulta, hasta la vejez, tiene sus patologías específicas. Hernia discal lumbar, artrosis, enfermedad degenerativa lumbar, inestabilidad lumbar, protrusión discal, etc. son términos que encontramos con frecuencia en los informes de nuestros pacientes.
La experiencia cotidiana del neurocirujano respecto a esta patología se ve llena de casos que evolucionan favorablemente, representada por pacientes que presentan una total recuperación, física y laboral. Sin embargo, todos tenemos también en nuestra memoria casos que suponen el fracaso del tratamiento quirúrgico, que vuelven una y otra vez a nuestra consulta, y en los cuales agotamos, de manera escalonada, todos los tratamientos posibles. Es, por tanto, la elección del paciente ideal para la cirugía de la hernia discal el factor más significativo para el éxito de la intervención. El diagnóstico por neuroimagen, que debe ser coincidente con la clínica que refiere el enfermo, supone igualmente otro aspecto fundamental. Pero, quizás lo más importante de todo lo constituya el diálogo sosegado del médico con su paciente, en el que se detallen los beneficios que se esperan obtener con una determinada operación, así como las posibilidades de fracaso, de manera que no se de lugar a expectativas falsas. El problema de la elección de cada técnica quirúrgica es complejo, especialmente porque algunas de estas técnicas son de reciente introducción y la evaluación de sus resultados es aún prematura e incompleta.